Napoleón
nace el 15 de agosto de 1769 en Ajaccio, Córcega, y recibe el
nombre de Napolione. Sus padres, Carlos Bonaparte y Letizia Ramolino,
pertenecientes a la pequeña nobleza corsa, tuvieron ocho hijos: José
(1768), Napolione, Lucien (1775), Elisa (1777), Luis (1778), Paulina
(1780), Carolina (1782) y Jerónimo (1784).
Un
año antes de su llegada al mundo, Córcega había sido invadida por
los franceses. Durante este tiempo, la Isla luchó por expulsar a los
franceses. Su padre formó parte de la resistencia corsa. Tres meses
antes de su nacimiento, en mayo, los corsos son derrotados y pasan a
estar bajo el dominio de Francia.
Su
padre no tuvo más remedio que aceptar las cosas como eran para poder
mantener a los suyos. Poco a poco consigue la amistad del nuevo
gobernador francés, gracias a la cual logra un puesto como asesor en
los tribunales y más tarde el de inspector. Acompañado de los dos
hijos mayores, José de once y Napoleón de diez, viaja a Francia
llevando consigo una recomendación del gobernador de Córcega para
confirmar, en el Colegio Heráldico de París, su título de nobleza.
El rey Luis le concede, además de un donativo por su servicio leal,
dos becas para sus dos hijos y otra para una de sus hijas en las
escuelas de la nobleza.
El
joven Napoleón entra en la Escuela Militar de Brienne. Durante su
estancia se muestra retraído y reservado, dicen que nunca lo ven
sonreír; sus compañeros de la aristocracia francesa deducen por sus
ropas que es un noble pobre y se burlan de él. Apenas sabe una
palabra de francés y tampoco muestra interés por aprender la lengua
del “enemigo”. Piensa, Napoleón, que un día él será el
libertador de Córcega. A pesar de su rebeldía, sus profesores
tienen buena opinión de él, aunque no se distinga más que en las
matemáticas, la historia y la geografía. Eso sí, le encanta la
lectura, lee todo lo que Voltaire, Rousseau y el gran monarca de
Prusia han escrito sobre la liberación de Córcega.
Continúa
sus estudios en la Escuela Militar de París. A los dieciséis años
es nombrado subteniente y con tan sólo dieciocho ya es teniente.
A
raíz de sus exámenes, sus superiores escriben de él: “Reservado
y trabajador, prefiere el estudio a toda especie de recreo; gusta de
la lectura de los buenos autores; aplicado a las ciencias
abstractas... Silencioso y amante de la soledad; caprichoso, altivo y
extremadamente propenso al egoísmo; de pocas palabras, enérgico en
sus respuestas, pronto y mordaz en la réplica, con mucho amor
propio; ambicioso y aspirando a todo.”
Mientras
sus compañeros se divierten en la sala de billar, en un café de
reunión, él prefiere a sus libros, se sienta en solitario, al
fondo, leyendo con total atención todo aquello que más tarde podrá
serle de alguna utilidad: los principios e historia de la artillería
y la balística; la República de Platón; la constitución del
Estado persa, del ateniense y del espartano; la historia de
Inglaterra; las campañas de Federico el Grande; las finanzas
francesas; las costumbres de los turcos y la tipografía de su país;
Alejandro Magno, la historia de Egipto y de Cartago; los viajes a la
India; las obras de Mirabeau, Buffon y Maquiavelo; la historia y
constitución de Suiza, de China y de la India y el imperio de los
Incas; la historia de la nobleza y de sus desaguisados; copia
discursos enteros del Parlamento inglés y dibuja en mapas las partes
del mundo.
Un
día recibe una carta de su madre. Su generoso protector, el
gobernador, ha muerto. También su padre unos meses antes. Su madre
está preocupada porque no tienen dinero. Napoleón viaja a Córcega,
tiene licencia de un año para estar con los suyos. Durante este
tiempo, él escribe en su diario: “¡Qué espectáculo el que
ofrece mi patria!... Mis compatriotas besan las manos que los
oprimen... Aquellos tiempos dichosos se desvanecieron cuando nos
arrebataron la libertad...¡Ah, franceses!... ¡Y ver mi patria en
esta situación, sin poder socorrerla!.. Si hubiera un hombre cuya
muerte pudiera suponer nuestra liberación, yo no vacilaría un
instante...”
Regresa
a Francia, a la Escuela Militar de Auxonne. Le encargan trabajos
militares que exigen grandes cálculos matemáticos. Mientras tanto
sigue rellenando las hojas de su diario, escribe sobre la autoridad
de los reyes, del poder del que gozan las doce monarquías de Europa
y dice estar seguro que muy pocos serían los que no mereciesen ser
destronados. Sabe que si su diario cae en manos de sus superiores, le
costará muy caro.
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Tullerías |
En
Francia estalla la revolución, Napoleón aprovecha el momento para
viajar de nuevo a Ajaccio, su pueblo. No le importa que todo cuanto
ha aprendido haya sido a costa del rey de Francia. ¿Qué tenía él
que ver con el rey? En su mente solo lleva una idea: luchar por la
libertad de su pueblo. Los pueblos, dice, tienen el derecho
a gobernarse por sí mismos. La lucha contra los franceses en
Córcega es un fracaso, Napoleón y toda su familia son desterrados y
declarados fuera de la ley. Se refugian en Marsella.
El
rey, Luis XVI, es ejecutado en la guillotina. Las monarquías
europeas, Inglaterra, España, Prúsia y Austria, declaran la guerra
a Francia. La recién estrenada República llama a todos sus hombres
al servicio militar, incluso a las mujeres. La ciudad francesa de
Tolón se levanta en armas contra su gobierno, la Convención, y pide
ayuda a Inglaterra. Los ingleses llegan con su flota a la bahía de
la ciudad. Napoleón es enviado como jefe de batallón y da muestras
por primera vez de su gran talento como estratega militar derrotando
a los ingleses. Conoce entonces a quienes van a ser sus compañeros
en las siguientes batallas: Junot, Desaix, Bessières, Duroc, Ney,
Murat, Massena, Berthier, Suchet y Leclerc. Gracias a esta victoria
en Tolon, el 22 de diciembre de 1793, es ascendido a general de
brigada, cuenta con tan solo veinticuatro años
Robespierre,
uno de los líderes de la Convención jacobina, es guillotinado y se
ordena detener a Napoleón al creer que simpatiza con los ideales de
éste y es encarcelado en el Fuerte Carré de Niza aunque puesto en
libertad a las pocas semanas.La
operación que dirige, el 5 de octubre de 1795, contra los
insurrectos en las proximidades de las Tullerías le vale el
reconocimiento del gobierno. A partir de ese momento, su ascenso irá
en aumento.
En
París frecuenta los círculos de la alta sociedad y conoce a la
joven Josefina de Beauhharnais, viuda del general vizconde de
Beauharnais, que había sido diputado de la nobleza en los Estados
Generales y presidente de la Constituyente antes de ser guillotinado
en 1794. Napoleón queda pronto seducido por la atractiva vizcondesa.
El 9 de marzo de 1796 contrae con ella matrimonio civil y dos días
más tarde sale para unirse al ejército de Italia como comandante en
jefe.
Las
campañas de Italia dan fama a Napoleón en Francia y en toda Europa
cuando aún no ha cumplido los treinta años. Su mayor mérito
consiste en reorganizar y disciplinar a un ejército mal dotado,
dándole rapidez, llevando siempre la iniciativa y saber cómo y
cuándo tiene que actuar en el campo de batalla. Sus victorias en
Lodi, Arcola y Rivoli quedan como ejemplos para enseñar el arte de
la guerra, por el inteligente despliegue de las tropas y por la
ejecución de los movimientos. En efecto, Napoleón revoluciona la
forma de hacer la guerra y moderniza la organización del ejército.
En
1797 firma con Austria el tratado de Campoformio, por el cual
desaparece el Estado veneciano y se instituye la República
Cisalpina. Un año después inicia una campaña en Egipto con el fin
de cortar las rutas comerciales inglesas hacia Oriente. Logra
importantes victorias contra los turcos pero sufre una derrota, la
batalla naval de Abukir, frente a la flota británica al mando del
almirante Nelson.
Regresa
a Francia y se encuentra con un país de nuevo amenazado por las
potencias europeas y un gobierno, el del Directorio, sumido en una
grave crisis. Aprovecha la impopularidad de este gobierno para dar un
golpe de Estado el 18 de Brumario (10 de noviembre de 1799)
y proclamarse cónsul, jefe del gobierno y comandante en jefe del
ejército, además de atribuirse todo el poder ejecutivo y
legislativo.
En
esta etapa, Napoleón da estabilidad y prosperidad a Francia.
Sus campañas militares difunden los principios de la Revolución por
todo el continente europeo. Reforma y moderniza la administración
pública, la enseñanza (los liceos, pasan a depender del Estado y
reemplazan a los colegios de la iglesia), potencia la cultura y el
arte, crea el Banco de Francia. Y elabora el famoso Código Civil
Napoleónico, basado en la libertad, el derecho de propiedad y la
igualdad de todos ante la ley. Dicho código sirvió de modelo
a Europa y a muchos países del mundo ya que sienta las bases de un
Estado de Derecho. Hoy sigue vigente aunque con algunas
modificaciones.
Una
vez amarradas las cosas en casa, en Francia, ha llegado el momento de
enfrentarse de nuevo a las potencias europeas. Napoleón, ahora como
jefe absoluto, está preparado para la segunda campaña en Italia.
Vence a Austria en la batalla de Marengo (1800) y un año más tarde
firma la paz de Lunéville. También normaliza las relaciones con la
Iglesia, con el papa Pío VII, que habían sido muy dañadas a causa
de la Revolución. Con su enemigo número uno, Inglaterra, firmará
con el almirante inglés Nelson un breve periodo de paz, la Paz de
Amiens.
De
momento se entra en una etapa de seguridad y calma, pero en 1803
vuelve la guerra contra Gran Bretaña y estallan conspiraciones
realistas. Esto es aprovechado por Napoleón para nombrarse
emperador. Francia ha pasado por la república, el consulado y ahora
el imperio.
El
2 de diciembre de 1804 el papa, Pío VII, oficia la ceremonia de
coronación, pero es el propio Napoleón quien quitándole la corona
de las manos se la coloca así mismo sobre su cabeza, un gesto que
deja pasmados a todos. Premia a la gente que le ha ayudado en su
ascensión, incluida su familia, nombrándoles príncipes,
mariscales, duques, …
El
deseo de Napoleón es convertir a Europa en un único Estado bajo las
ideas del liberalismo. Esta expansión imperial provoca el malestar de
las demás potencias europeas que se unen formando la Santa Alianza
(Inglaterra, Austria y Rusia) para frenar a las tropas francesas.
Napoleón obtiene grandes victorias: Ulm, Aussterlitz, Jena,
Auestardt, Friedland, etc. Por mar las cosas no le van tan bien dado
el gran poderío de la flota británica. Quiere aislar a Gran Bretaña
mediante un bloqueo continental y para ello piensa en España que
también tiene una importante flota marítima. Aprovechando la
debilidad de los borbones, Carlos IV y su hijo Fernando VII, impone
a España un nuevo rey, a su hermano José Bonaparte.
Al
margen de su vida política, en su vida personal, su esposa Josefina
no puede tener hijos. Él desea un heredero para su imperio, por ello
decide sdivorciarse y casarse con María Teresa, hija del emperador
de Austria Francisco I. El 20 de febrero de 1811 nace, por fin, su
anhelado heredero, Francisco Carlos José Bonaparte, destinado a
suceder a su padre al frente de un imperio que comprende la mitad de
Europa y que incluye, además de Francia, Bélgica, Holanda, el
margen izquierdo del Rhin, la Confederación del Rhin, la Helvética,
el Reino de Italia y el de Nápoles.
Pero
contra este imperio se levantan los pueblos europeos entre ellos el
español, que desde mayo de 1808 entra en guerra contra los
franceses, será la Guerra de la Independencia. En 1812 comienza su
conquista de Rusia, con más de 500.000 hombres. Es una batalla cruel
y penosa para su ejército, debido al extremo invierno ruso y a la
falta de provisiones. Sólo 18.000 hombres consiguen llegar a
Polonia.
Se
inicia el lento hundimiento del Imperio que se consume en marzo de
1814 con la invasión de Francia por parte de la Santa Alianza, el 31
de marzo de 1814, consiguiendo la abdicación del Emperador seis días
más tarde, el 6 de abril de 1814. Francia vuelve a las fronteras de
1792.
Tras
su abdicación, Napoleón
es desterrado a la isla mediterránea de Elba. Poco después, en
1815, abandona la Isla y desembarca en Francia, donde recupera el
poder que sólo podrá conservar Cien Días, derrotado en Waterloo
(Bélgica) por ingleses y prusianos abdica y se entrega a los
ingleses quienes le deportarán a la isla de Santa Elena, frente a
las costas de África, en el Atlántico Sur.
Lo
acompañan algunos de sus fieles, entre ellos Emmanuel de Las Casas,
quien escribirá el célebre Memorial de Santa Elena.
Recordando
sus momentos de gloria, Napoleón nos cuenta: “Yo soy la única
causa de mi caída. Yo he sido mi principal enemigo, el artesano de
mis desdichas”. “Cuando vuelvo mi pensamiento hacia los errores
que he cometido, me siento agobiado de remordimiento, he querido
abarcar demasiado..., he tensado demasiado el arco y he fiado
demasiado en mi buena suerte”. Lamento haber emprendido la
conquista de Rusia sin haber antes resuelto los problemas en España.
E, incluso, haber emprendido demasiado pronto mi última campaña sin
seguir los consejos de mis allegados. Pero lo que más lamento es
haber buscado refugio en Inglaterra, en vez de hacerlo en
América......” “Mi gloria no estriba en cuarenta victorias ni en
el hecho de haber impuesto mi voluntad a unos reyes. Waterloo borrará
el recuerdo de muchas victorias.... Pero lo que nunca
desaparecerá es mi Código Civil,... Mi Código, sólo, con su
sencillez, ha hecho más bien a Francia que la masa de todas las
leyes que me han precedido. Mis escuelas, mis métodos de enseñanza
preparan una nueva generación....Así, durante mi reinado, los
crímenes fueron decreciendo mientras entre nuestros vecinos los
ingleses se multiplicaron de un modo espantoso.... Yo quise fundar un
sistema europeo, un Código europeo, … , en una palabra: que Europa
entera constituyese un solo pueblo...”
O
también, ”....... Cuando haya muerto, todos vosotros tendréis
el dulce consuelo de volver a Europa. Vosotros volveréis a ver, los
unos a vuestros parientes y los otros a vuestros amigos; yo, en
cambio, volveré a encontrarme con mis valientes... Sí, Kléber,
Desaix, Bessières, Duroc, Ney, Murat, Massena, Berthier, todos
vendrán a mi encuentro y me hablarán de lo que hicimos juntos. Yo
les contaré los últimos acontecimientos de mi vida.... Hablaremos
de nuestras guerras con los Escipiones, los Aníbales, los Césares y
los Federicos,... sí, será un verdadero goce...”
...“
Debí haber muerto en Moscú”, a lo que contestó Las Casas:
“Sire, hubiera privado a la historia de su vuelta de Elba “ a
lo que el Emperador contesta: ”Puede ser verdad , pues pongamos
que debí morir en Waterloo.”
Napoleón Bonaparte muere cinco años después de su llegada,
el 5 de mayo de 1821, a los 51 años. Tradicionalmente su muerte ha
sido atribuida a una úlcera que le provocó un cáncer de estómago,
análisis toxicológicos de sus cabellos parecen demostrar que sufrió
un envenenamiento por arsénico continuado. Sea como fuere, con
Napoleón murió uno de los grandes personajes de la Historia y uno
de los mayores genios en el ámbito de la estrategia militar.
Es
enterrado en la isla de Santa Elena en contra de sus deseos pues él
dejó dicho que su deseo era ser enterrado a orillas del río Sena,
en Francia. En 1840 el rey Luis Felipe I obtiene el permiso de
Inglaterra para que sus restos sean repatriados. Hoy descansa en la
cúpula de los Inválidos, en París.